Frankenstein – James Whale, 1931

Frankenstein

EEUU, 1931

Director: James Whale

Género: Terror, adaptación literaria

Guión: Garrett Fort, Francis Edward Faragoh

Intérpretes: Boris Karloff, Colin Clive, Mae Clarke, John Boles

Argumento

Henry Frankenstein es un ambicioso científico que se ha propuesto realizar un importante experimento. Junto a su asistente el jorobado Fritz se dedica a desenterrar cadáveres en cementerios y a descolgar ahorcados del patíbulo, pues quiere fabricar con pedazos de esos cuerpos un nuevo ser humano. Frankenstein está convencido de poder crear vida, empleando restos mortales y poniendo en práctica sobre ellos sus avanzados conocimientos en el campo de la electro-biología.

Elizabeth, la prometida de Henry, está muy preocupada por el científico. Hace tiempo que no se ven, ya que su trabajo lo mantiene constantemente ocupado. Los macabros experimentos, de los que sólo su fiel Fritz conoce los pormenores, absorben completamente a Henry. Asimismo, el viejo barón Frankenstein se pregunta qué se traerá su hijo entre manos. El pueblo de Goldstadt ya se prepara para las nupcias de Henry y Elizabeth, pero como el científico siga manifestando un comportamiento tan errático, deberá aplazarse la boda.

Acompañada por Victor, un amigo de la familia, Elizabeth va a ver al doctor Waldman, antiguo profesor de Henry en la universidad. Entre los tres tratarán de hacerle entrar en razón.

Mientras tanto, Fritz se cuela en la universidad y sustrae un cerebro conservado en formol para las clases de anatomía. Es la única pieza y la más importante que falta para que el proyecto de Frankenstein tenga éxito. Por error, en lugar de un cerebro sano y normal, toma el de un criminal psicópata…

En el castillo donde Henry se dedica a su experimento ya todo está preparado. La noche de tormenta resulta idónea, pues gracias a un aparato captador de rayos el cuerpo compuesto a base de cadáveres recibirá las descargas eléctricas necesarias para revivir… Pero cuando el joven Frankenstein está a punto de iniciar el proceso llegan visitantes inesperados: Elizabeth, Victor y el doctor Waldman insisten en que les dejen entrar. Quieren convencer a Henry de que regrese con ellos a Goldstadt para preparar la boda.

Frankenstein no se echa para atrás ante el contratiempo: Decide demostrar a los recién llegados que no está “loco” como ellos piensan, sino que es un genio. Activa su aparato y el engendro cobra vida.

Henry intenta domesticar a su criatura, pero la actitud de Fritz lo echa todo a perder. Con una antorcha, el lacayo se dedica a atormentar al monstruo, hasta que éste logra liberarse de sus cadenas y trata de fugarse. El científico comienza a percatarse de que crear vida por su cuenta no ha sido una idea demasiado buena, después de todo.

Precisamente el día de la boda de Henry y Elizabeth, el monstruo consigue escapar de su cautiverio. Ello llevará consigo impredecibles consecuencias para el idílico pueblo de Goldstadt y sus alrededores…

Comentario

Éste año de 2018 se cumplen dos siglos desde que la escritora Mary Shelley publicara su famosa novela gótica (probablemente inspirada por las leyendas del gólem). La joven autora inglesa, esposa del poeta Percy B. Shelley, sólo contaba con 21 años de edad cuando escribió “Frankenstein o el moderno prometeo”, obra cumbre de la literatura decimonónica que como el “Drácula” (1897) de Bram Stoker daría lugar más adelante a un sinnúmero de adaptaciones cinematográficas.

Éste clásico de la Universal, dirigido por el británico James Whale, es uno de los más conocidos, uno de los mejor logrados y también uno de los primeros (existe una película más antigua sobre Frankenstein, un cortometraje mudo de 1910.

En 1935 James Whale realizaría una secuela de ésta película, “La novia de Frankenstein”, también de la productora Universal; al igual que la adaptación de “Drácula” (Tod Browning, 1931) protagonizada por Bela Lugosi. Y en las décadas siguientes la gran pantalla explotaría hasta la saciedad a éste trágico engendro compuesto a base de múltiples cadáveres. El prolífico Joe D´Amato, casi hacia el final de su carrera, rodaría la interesante “Frankenstein 2000” (1991), y antes, también en Italia, el ignoto Mario Mancini filmó “Frankenstein ´80” largometraje de ínfimo presupuesto que no por ello deja de ser sumamente recomendable. Por otro lado, los cineastas mexicanos aprovecharon la historia para enriquecer temáticamente a la saga del justiciero luchador enmascarado Santo: Así pues verían la luz “Santo y Blue Demon contra el doctor Frankenstein” (1974) o “Santo vs. la hija de Frankenstein” (1972) – ambas realizadas por Miguel M. Delgado, director habitual de las comedias de Cantinflas. Del mismo modo, y aunque no se alude explícitamente al nombre de “Frankenstein”, se rodaron en México muchas películas más con “científicos locos y sus criaturas” como aliciente principal: Entre ellas destacan “Las luchadoras contra el médico asesino” (1963) o su remake a color “La horripilante bestia humana” de 1969 (ambas de René Cardona); o también “El monstruo resucitado” (1953), un clásico del maestro Chano Urueta.

Extrañamente, en la versión cinematográfica de Whale el científico se llama “Henry” y no “Victor”, como en la novela, mientras que aquí “Victor” es el amigo de la familia – que tiene un rol un tanto “pagafantas” respecto a Elizabeth. Ello puede llamar a la confusión.

El film que hoy nos ocupa lanzaría a la fama a Boris Karloff, y marcaría la estética que desde entonces hasta hoy tiene el monstruo de Frankenstein en el inconsciente colectivo y en la cultura popular; del mismo modo que el personaje de Bela Lugosi haría lo propio con el mítico vampiro Drácula.

La novia de Frankenstein – James Whale, 1935

La novia de Frankenstein (V.O. Bride of Frankenstein)

EEUU, 1935

Director: James Whale

Guión: William Hurlbut

Guión: Garrett Fort

Intérpretes: Boris Karloff, Colin Clive, Valerie Hobson, Elsa Lanchester

Argumento

Una noche de tormenta, el célebre poeta inglés Lord Byron se encuentra en un castillo con el matrimonio formado por sus amigos escritores Percy B. y Mary Shelley. Ambos hombres alaban el talento de Mary, que ha publicado con gran éxito su novela “Frankenstein” (1818). Mary afirma que la historia del científico obsesionado con crear vida a partir de pedazos de cadáveres no concluye en su libro. Tanto el Dr. Frankenstein como su engendro lograron sobrevivir al incendio provocado en la torre-laboratorio por los furiosos aldeanos al final del relato. Así, Mary Shelley empieza a narrar la continuación de la historia…

El malherido barón Henry Frankenstein fue llevado inconsciente a su castillo, donde le esperaba su mujer Elizabeth. El monstruo, por su parte, logra salvarse al caer en una especie de pozo. Los lugareños lo consideran un asesino peligroso e incontrolable, pues provocó la muerte de varias personas en la comarca; entre las víctimas se encuentra una niña. Al salir a la superficie, la criatura se esconde en el bosque. Una pueblerina lo ha visto, y espantada da la voz de alarma; aunque nadie la toma en serio.

Mientras tanto, Henry va recuperándose progresivamente de sus heridas. Elizabeth cuida de él. Una noche llega al castillo un enigmático visitante. Se trata del Dr. Pretorius, antiguo profesor de Henry en la universidad. Pretorius, a cuyos oídos han llegado los progresos científicos de su ex-pupilo, le anuncia que también él ha sido capaz de crear vida y le pide su colaboración para continuar adentrándose en esos fascinantes experimentos. Pero tras su fiasco Henry se ha convencido del error (y del horror) que esos desafíos a la naturaleza suponen; y se niega a ser partícipe de nuevos proyectos similares. No obstante, acompaña a Pretorius hasta su laboratorio, donde el veterano hombre de ciencia le muestra unos minúsculos personajes en el interior de cilindros de cristal transparentes. Las mini-criaturas de Pretorius están caracterizadas como rey, reina, arzobispo, bailarina de ballet, etc…

El monstruo, a todo ésto, vaga por el bosque asustando a todo aquel que encuentra a su paso. Es capturado y llevado a las mazmorras. Pese a estar encadenado no le resulta demasiado difícil escapar, y regresa a los bosques. Atraído por la música de un violín llega hasta una choza en la que vive un solitario y viejo músico. Para sorpresa del monstruo, ese hombre no lo rechaza ni lo trata con hostilidad, sino que le invita a pasar y lo considera como a un amigo. Pues el violinista es ciego, y no puede ver sus horrendas facciones. El monstruo es incapaz de articular palabra, pero entiende lo que se le dice. Poco a poco el violinista le enseña algunos vocablos, hasta que aprende a hablar de manera rudimentaria. Pero un día, unos lugareños llegan a la choza y al ver al monstruo tratan de cazarlo. El infeliz ser se ve obligado a huir de nuevo, perdiendo a su único amigo.

El monstruo se refugia de la turba aldeana en la cripta de un cementerio. Allí precisamente llega el doctor Pretorius con unos ayudantes. Buscan cadáveres de mujeres jóvenes para sus delirantes experimentos. Cuando Pretorius ve a al monstruo, le habla de sus proyectos. El ser entiende todo perfectamente, sabe incluso quién es su creador y es consciente de que él está hecho a base de cuerpos muertos. Cuando Pretorius le expone la idea de crearle una mujer, una compañera, el engendro reacciona con entusiasmo.

Con el monstruo de su lado, Pretorius logra presionar a Frankenstein para que acepte finalmente colaborar con él. Para que el chantaje sea completo, el monstruo secuestra a Elizabeth. Ahora Henry Frankenstein se ve obligado a producirle una mujer a su monstruo si quiere volver a ver a su propia mujer…

Comentario

Muy bien lograda secuela del clásico Frankenstein“ (James Whale, 1931) rodada cuatro años después por el mismo director. Se trata probablemente de uno de los primeros cruces de géneros de la historia del cine, que incluye hasta algunos toques cómicos.

El estereotípico científico loco Pretorius (al lado del cual el Dr. Frankenstein es un paradigma de la razón y la cordura) no sólo quiere crear un hombre a base de cadáveres. Sus ambiciones van más allá, pues desentrañando los misterios de la vida y la muerte busca originar toda una raza nueva. Para ello es necesario crear una compañera para el monstruo ya existente. Un engendro femenino que le sirva al monstruo de mujer.

El monstruo de Frankenstein, al que todos los lugareños temen y atacan, no es en realidad „mala persona“, no tiene motivaciones crueles o agresivas. Su propia existencia le condena ya a ser la primera víctima de su demente creador. Se comporta como un niño animalesco, es capaz de comprender y sentir, y necesita un afecto que es imposible de encontrar en éste mundo para un ser como él. Sus reacciones violentas están motivadas por la actitud de los demás hacia él. Para el espectador es fácil sentir empatía con éste monstruo, sobre todo en la emotiva escena donde vemos su amistad con el ciego violinista.

El doctor Frankenstein (que aquí se llama Henry, aunque en la novela es Victor) y sobre todo Pretorius aspiran a emular al demiurgo, jugando con “los misterios de la vida y de la muerte” y traspasando la frágil barrera que separa la ciencia de la magia negra (tal y como menciona en cierto momento el propio Henry).

Más que una película puramente de “terror”, como tradicionalmente se la clasificaría al tratar sobre monstruos, éste film es un drama con elementos góticos, de ciencia ficción, y una pizca de humor. Los toques cómicos pueden observarse en varios momentos del metraje; como al inicio cuando la mujer da la mano al hombre que cree que es su marido para que salga del pozo donde ha caído, pero a quien está realmente ayudando es al monstruo… O cuando el violinista le enseña a fumar al monstruo, que tiene miedo del fuego y el humo… Sin olvidar a los graciosos homúnculos disfrazados que Pretorius le muestra a Henry.

Para escribir su aclamada novela “Frankenstein”, es posible que Mary Shelley se inspirara en las leyendas judías de los golem, que tienen un concepto muy parecido: Rabinos que mediante magia negra cabalística se dedican a crear autómatas a base de materia inanimada para convertirlos en sus esclavos; y a veces los golem se rebelan contra ellos. En éste contexto es curioso mencionar que en un momento del film Pretorius lleva sobre la cabeza un gorro que parece ser una kipá.

“La novia de Frankenstein”, que sólo aparece en los minutos finales, está interpretada por Elsa Lanchester; la misma actriz que en el prólogo fílmico del inicio daba vida a Mary Shelley. El mítico Boris Karloff, junto a Bela Lugosi uno de los actores más emblemáticos del cine clásico de terror, vuelve a hacer de monstruo; empleando la misma estética que en la primera película.