Soy un fugitivo – Mervyn Le Roy, 1932

Soy un fugitivo (V.O. I am a Fugitive from a Chain Gang)

EEUU, 1932

Director: Mervyn Le Roy

Guionistas: Howard J. Green, Brown Holmes, a partir de la autobiografía de Robert E. Burns Género: Drama carcelario

Compositor de la banda sonora: Bernhard Kaun

Montaje: Ray Curtiss

Producción: Warner Bros.

Intérpretes principales

Paul Muni (James Allen)

Glenda Farrell (Marie)

Helen Vinson (Helen)

Argumento

James Allen regresa a EEUU tras servir como soldado en la I Guerra Mundial. Allí le espera su madre, su hermano mayor que es sacerdote y un trabajo seguro en una fábrica. Pero es un trabajo rutinario, aburrido y con pocas oportunidades de escalar. James es más ambicioso y aventurero. Decide marchar en busca de fortuna por todo el país, aspira a convertirse en ingeniero, para diseñar puentes y carreteras. Pero nadie le contrata. Sus ahorros van menguando.

Un día tiene la mala fortuna de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Se ha producido un atraco y él es considerado culpable. Lo condenan a diez años de trabajos forzados. James es enviado a un centro penitenciario (que más bien parece un campo de concentración) donde se aplica un régimen carcelario brutal, infrahumano. Ahora, su mayor objetivo es escapar. Y cuando se presenta la oportunidad idónea, no duda en aprovecharla…

Comentario

Muy grata sorpresa esta obra maestra, protagonizada por Paul Muni, actor conocido sobre todo por encarnar al primer Scarface.

Puede considerarse la propuesta como una pionera del género carcelario, una temática que en las décadas siguientes daría mucho juego en el cine – siendo “The Shawshank Redemption” (Frank Darabont, 1994) uno de los ejemplos más célebres.

No se trata de una película de gangsters (como podría sugerir el título en inglés), y es bastante más que un drama carcelario convencional. Es más bien la historia de un hombre que en todo momento está tratando de escapar. No sólo de la cárcel, cuando está en ella… Si no también ANTES (de su vida monótona, en la casa familiar y en el empleo aburrido de la fábrica); y también DESPUÉS, cuando se ha convertido en un hombre exitoso – pues a la cárcel de las cadenas y los barrotes le sucede una nueva prisión: la del matrimonio con una mala mujer que le chantajea.

Desde el comienzo observamos que la guerra (y de una forma más genérica el conflicto, el combate) ha despertado en el protagonista las ansias de superarse, de independizarse del regazo materno, y también de dejar atrás la vida rutinaria, “programada” para él, que le recomienda su hermano el cura – un representante de la casta sacerdotal, y promotor de la docilidad, la mansedumbre y el poner la otra mejilla. Pero eso no va con el protagonista, que con su camino de vida hace suyo el aforismo latino Per aspera ad astra (“A través de lo áspero, a las estrellas”, es decir: el triunfo se logra a través del esfuerzo).

La película engancha desde el primer momento, la historia consigue mantener con creces el interés del espectador, abundan excelentes diálogos, muy buenos momentos de tensión, y resulta sencillo identificarse con el audaz y atribulado protagonista. Todo ello tiene un mérito enorme, tratándose de un largometraje filmado hace más de 90 años (!). Además, pese a la en ocasiones sórdida temática, la propuesta resulta fresca y amena. Por todo ello, en mi opinión, esta “Chain Gang” es superior a la primera Scarface, que también se rodó en 1932, y que igualmente cuenta con Paul Muni como protagonista.

El tema principal del film es escapar. La cárcel puede interpretarse como una metáfora de algo más profundo. El auténtico protagonista no es el individuo “James Allen” sino las ansias de libertad de un espíritu inquieto, explorador, ávido de conquistas. Al principio, esas ansias de libertad le llevarán paradójicamente a la cárcel más dura, con un régimen de trabajos forzados parecidos a los de un gulag. El protagonista ya está curtido, pues viene de haber combatido en una guerra. De hecho, su vida de soldado es lo que despertó en él las ansias de salir de la monotonía que vivía en la casa materna. El sistema penitenciario lo curtirá todavía más; sin que por ello logren quebrarlo. Pero James, aunque escape de la cárcel, seguirá encadenado a varios factores que le impiden ser libre de verdad…

La película no solo es entretenida, sino que además ofrece una lectura más profunda y es sumamente interesante en varios niveles. Para emplear un lenguaje algo simbólico y un tanto críptico, podríamos decir que “al otro lado del espejo” de ese espíritu inquieto y explorador antes mencionado está el eterno fugitivo (y a un fugitivo se hace alusión en el título de la película). El protagonista persigue sus metas y huye del sistema. Es decir: Persigue y huye a la vez. En ese contexto (que puede parecer ambiguo) no deja de ser llamativo que, tras fugarse de la cárcel y estando en busca y captura, se “cambia de nombre”: Pasa de llamarse “James Allen” a llamarse “Allen James”: Fenómeno de inversión.

Mucho más obvio resulta el contenido de crítica social: Tanto al sistema judicial, que mete a inocentes en la cárcel; como al sistema penitenciario con trabajos forzados, algo aún vigente en aquel momento. Y vemos lo peligroso que le resulta al protagonista realizar esas críticas – que son consideradas por los poderosos como un ataque al sistema en su conjunto (un sistema en el que el propio protagonista había logrado prosperar). James se dará cuenta de su ingenuidad al confiar en el estado, y la historia tiene casi una estructura cíclica, donde los patrones se repiten (volver al “infierno”, escapar de nuevo… ser siempre un “fugitivo”…)

Que James tenga la vocación de diseñar puentes también es llamativo a un nivel simbólico. Y no sólo es constructor de puentes (un “pontífice”), pues como veremos también puede destruirlos si las circunstancias así lo requieren. Los puentes, entre otras cosas, representan el nexo entre lo material y lo espiritual, entre lo mundano y lo divino, entre lo tangible y lo oculto.

Teniendo un contenido tan simbólico y lleno de alegorías, no deja de ser curioso que la historia está basada en hechos reales. Los guionistas tomaron como referencia el libro autobiográfico de Robert Elliot Burns, un veterano de la I Guerra Mundial condenado injustamente a prisión, que denunció su infierno carcelario en “I am a fugitive from a Georgia Chain Gang!”, publicado también en 1932. El término “gang” en este caso nada tiene que ver con banda de gangsters, sino que hace referencia a grupos de presos que tenían que realizar trabajos forzados con los pies encadenados, y a veces encadenados entre ellos (Chain es cadena, “chain gang” vendría a ser “grupo encadenado”).

La película fue dirigida por Mervyn LeRoy, quien previamente había filmado el clásico gangsteril “Little Caesar” (1931) y quien realizaría más adelante la épica “Quo Vadis” (1951), así como la también muy recomendable “Bad Seed” (1956), de reminiscencias hitchcockianas.

Felix Hahlbrock Ponce

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