El hombre del brazo de oro – Otto Preminger, 1955

El hombre del brazo de oro

EEUU, 1955

Director: Otto Preminger

Guionistas: Ben Hecht, Walter Newman, Lewis Meltzer (según novela de Nelson Algren)
Género: Drama
Compositor de la banda sonora: Elmer Bernstein
Montaje: Louis R. Loeffler
Producción: Otto Preminger (para Otto Preminger Films / Carlyle Productions)

Intérpretes principales

Frank Sinatra (Frankie Machine)

Eleanor Parker (Zosch)

Kim Novak (Molly)

Arnold Stang (Gorrión/Sparrow)

Darren McGavin (Louie Fomorowski)

Robert Strauss (Zero Schwiefka)

Doro Merande (Viuda Bonsky)

George E. Stone (Sam Markette)

Argumento

Frankie Machine, un aspirante a músico y jugador profesional de cartas asociado a los bajos fondos, sale de la cárcel y regresa a su barrio. Vive en un humilde apartamento con su mujer Zosh, que está en silla de ruedas. La joven quedó inválida tras un accidente automovilístico, y Frankie se siente responsable porque él conducía el coche. Muy probablemente eso influyó para que él cayera en el vicio de la heroína. Pero tras pasar por la cárcel y ser atendido por los médicos de allí, ha logrado rehabilitarse… O al menos eso es lo que él cree.

En el barrio siguen muy activos los gangsters Schwiefka y Louie, para los que él trabajó en el pasado como croupier en timbas clandestinas. Louie es además traficante de heroína, y era el que le suministraba la droga a Frankie.

Ahora, Frankie intenta conseguir un trabajo honrado y dejar las drogas para siempre. Busca empleo en una orquesta como percusionista. Para reiniciar su vida contará con la ayuda de su fiel amigo Sparrow y de la atractiva bailarina Molly. Ésta trata de animarle para que tome en serio su carrera musical. Sin embargo los hampones Schwiefka y Louie siguen al acecho, y saben que si reactivan su adicción a la heroína, Frankie se convertirá en un instrumento dócil. Por ello, no cesan de presionarle para que vuelva a las andadas…

Comentario

Esta película de Otto Preminger nos muestra el drama de un hombre que tras salir de la cárcel busca, no una reinserción social, sino un reinicio de su vida – En su caso particular, ambas cosas son muy diferentes. Pues el protagonista no quiere ser “reinsertado” en la sociedad de la que formaba parte; la de la delincuencia y la drogadicción. Quiere cortar por lo sano con ese pasado oscuro y comenzar una carrera artística. Pero al seguir en el mismo barrio, rodeado de las viejas compañías e influencias, ello no resultará precisamente fácil.

Mucho antes de “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996) o “El Pico” (Eloy de la Iglesia, 1983), el film que nos ocupa tematiza la adicción a una de las drogas más mortíferas, la heroína, un opiáceo que asola las calles de los barrios marginales desde hace ya muchas décadas. La lucha interna que Frankie combate consigo mismo es la auténtica protagonista de la propuesta. Esa lucha interna, y también su fuerza de voluntad para salir adelante.

Resulta muy interesante ver al inicio una escena que nos sugiere que el crimen organizado está compinchado con las autoridades, para que los “peones” (en este caso Frankie) sigan en el tablero: El jefe gangsteril Schwiefka denuncia a Frankie porque supuestamente el traje elegante con el que se dispone a acudir a una entrevista de trabajo (como músico) es robado, y cuando lo meten en el calabozo le chantajea diciéndole que sólo retirará la denuncia si vuelve a trabajar para él – en una actividad ilegal (!), en este caso, el juego clandestino.

Debido su destreza con las cartas, Frankie es conocido como “el hombre del brazo de oro” (que da título a la película). Ese brazo también le sirve, potencialmente, para dedicarse a la carrera musical de percusionista que se ha propuesto como objetivo. Pero de forma paradójica, también en ese brazo es donde se inyecta el veneno que puede suponer su perdición…

El protagonista está interpretado por un músico de verdad, el célebre cantante Frank Sinatra, al que ya vimos como actor en la muy recomendable “El candidato de Manchuria” (John Frankenheimer, 1962). Si bien el personaje principal de la película y el actor que le da vida comparten la condición de músicos y el nombre de pila, el auténtico Frank Sinatra nunca se enganchó a las drogas como sí ocurrió con muchos otros colegas suyos de profesión (sobre todo a partir de los sesenta). De todos modos hay bastantes analogías entre el actor/cantante y su personaje en esta genial obra de Preminger: Por ejemplo los orígenes humildes, la gran popularidad con las mujeres, y también sus contactos con los bajos fondos.


Teatro Wetchester Premier, 1976. De izquierda a derecha Paul Castellano, Gregory De Palma, Frank Sinatra, Thomas Marson, Carlo Gambino, Jimmy Fratianno y Salvatore Spatola. Sentados Joe Gambino y Richard Fusco. Salvo Marson, que era empresario teatral, los demás que aparecen con Sinatra eran miembros de la Cosa Nostra. Se cree que el astuto y discreto Carlo Gambino, mafioso de la vieja escuela, fue una inspiración para dar vida al personaje de Vito Corleone. Para saber más de la familia Gambino, recomiendo leer mi crítica de „Gotti“ (1996).

No es un secreto que Sinatra tenía trato con algunos capos de la Mafia; y se comenta que el personaje del cantante Johnny Fontane de “El Padrino” está inspirado en él.

A la vedette Molly la encarna Kim Novak, conocida sobre todo por su participación en “Vértigo” (Alfred Hitchcock, 1958).

Sinatra nos muestra aquí con gran acierto el infierno de angustia que atraviesan los adictos cuando son víctimas del “mono”. Y ello, bastante antes de que la heroína se “pusiera de moda” en las calles de EEUU y el resto de Occidente. Podría interpretarse aquí un caso de programación predictiva o primado negativo, si tenemos en cuenta que, en muchas ocasiones, a través de Hollywood se “anuncian” fenómenos socio-políticos, tendencias o acontecimientos que algo después suceden también en la realidad.

La relación de Frankie con las mujeres también es de gran interés: Las dos que tiene en esta historia se derriten por él, pero mientras una de ellas le frena en su desarrollo (en su lucha para dejar atrás delincuencia y drogas), la otra le impulsa para que siga la senda de la superación. Una representa a su pasado y la otra a su (potencial) futuro.

Hay una escena con bastante peso simbólico donde Frankie y Molly hablan teniendo de fondo el escaparate de una una tienda donde se ven los maniquíes de una familia tradicional norteamericana de la época. Tal vez la intención subliminal era mostrar que esa familia prototípica de los años cincuenta (al estar “paralizada” por tratarse de maniquíes) iba a ser “superada” próximamente; por parejas y relaciones más “abiertas” como en el caso de los personajes de la película. Regresando a la hipótesis antes mencionada de la programación predictiva, todos sabemos como evolucionaron los asuntos familiares y de pareja a partir de la década de los sesenta…

Entre los guionistas está Ben Hecht (que escribió la “Scarface” original de 1932, dirigida por Howard Hawks) y la película está basada en una novela de Nelson Algren publicada en 1949. Pero Hecht y Preminger se tomaron muchas licencias para cambiar importantes detalles y enfoques de la historia original. Por ejemplo, la drogadicción del protagonista, que en el libro es un mero detalle anecdótico, en la película se convierte en el eje central de la trama. En el libro, el protagonista se enganchó a la morfina cuando tuvo que tomar ese fármaco para tratar las heridas que sufrió como soldado en la II Guerra Mundial. En la película, por el contrario, se menciona que Frankie se curó la primera vez de su adicción estando en la cárcel (con los médicos que le trataron allí). Es decir, en el libro el personaje se engancha a la droga como consecuencia de una terapia médica mientras en la película es al revés. Y además: Frankie se cura estando en cautividad, pero una vez en libertad vuelve a recaer; nótese la paradoja – Como si subliminalmente se sugiriese: Control estatal=bueno, libertad=peligro.

Detalles como éstos hicieron que el autor original de la novela, Nelson Agren, ni siquiera considerase a la película como una adaptación de su obra, sino más bien como una deformación de la misma.

Sea como fuere, lo cierto es que de forma completamente objetiva “El hombre del brazo de oro” es una obra maestra a nivel cinematográfico. Entre las mejores secuencias destacan en mi opinión la que nos muestra cómo Frankie pasa toda la noche en vela como croupier (forzado a ello por los gangsters), mientras lucha contra el “mono” (en inglés el síndrome de abstinencia también se llama así, es decir “monkey”), y a continuación su estrepitoso fracaso en su prueba como percusionista a la mañana siguiente.

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