Con la muerte en los talones – Alfred Hitchcock, 1959

Con la muerte en los talones (V.O. “North by northwest”)

EEUU, 1959

Director: Alfred Hitchcock

Guionista: Ernest Lehman
Género: Thriller / Intriga / Espionaje
Compositor de la banda sonora: Bernard Herrmann
Montaje: George Tomasini
Producción: Alfred Hitchcock
Productora: Metro Goldwyn Mayer

Intérpretes principales:

Cary Grant (Roger O. Thornhill)

Eva Marie Saint (Eve Kendall)

James Mason (Phillip Vandamm)

Martin Landau (Leonard)

Leo G. Carroll (El Profesor)

Philip Ober (Lester Townsend)

Josephine Hutchinson (Madre de Thornhill)

Argumento

Roger Thornhill es un ejecutivo publicitario de Nueva York con una ajetreada agenda laboral y una relación muy estrecha con su madre. Durante una de sus reuniones de trabajo es abordado a punta de pistola por unos desconocidos de patibulario aspecto, quienes lo secuestran llevándolo hasta una suntuosa mansión a las afueras, propiedad de Lester Townsend. Éste y sus matones están convencidos de que Roger es en realidad un tal George Kaplan y tratan de interrogarle. Al no poder extraerle información, los abductores lo fuerzan a beberse una botella entera de bourbon, y en estado de completa embriaguez lo colocan al volante de un coche, con la intención de despeñarlo por un acantilado para que su muerte parezca un accidente…

Spoiler

Sin embargo, pese a estar alcoholizado, Roger logra controlar el vehículo y acceder a la carretera, seguido de cerca por sus secuestradores. Pero por su temeraria forma de conducir llama la atención de la policía, que le arresta por exceso de velocidad. Acusado de conducir bajo los efectos del alcohol debe pasar la noche en comisaría. A la mañana siguiente, en presencia de su abogado y de su madre, las autoridades se disponen a aclarar el asunto. Roger insiste en que es víctima de una conspiración, en que le obligaron a beber en contra de su voluntad y afirma que trataron de asesinarle. Para probarlo lleva al juez, a la policía, a su abogado y a su madre hasta la mansión de Townsend. Pero una vez allí todo parece diferente al día anterior. Una mujer que nunca había visto hasta el momento y que dice ser la esposa de Townsend asegura que Roger participó en una fiesta y bebió demasiado. Todo apunta a que Roger se inventó sus poco plausibles explicaciones. La señora de Townsend, por su parte, dice que su marido se encuentra en la sede de las Naciones Unidas donde se desempeña como diplomático y donde está a punto de pronunciar un discurso.

Roger se ve obligado a pagar una multa y debe soportar el escarnio de que nadie crea en su versión de los hechos. Sin embargo no se rinde, y junto a su madre se dirige al hotel que Townsend mencionara, en el que supuestamente el tal Kaplan se encuentra alojado.

Allí encuentran la habitación vacía y sin rastro de haber sido usada. Roger halla una fotografía donde aparece Townsend. Los empleados del hotel lo toman por Kaplan, pero al mismo tiempo admiten no haberlo visto nunca antes. Roger recibe en esa estancia una llamada de teléfono: Es su secuestrador. Tras averiguar que la llamada se produjo desde el lobby del hotel, Roger se dirige allí rápidamente. Al ver a los secuaces de Townsend en el ascensor huye del hotel en taxi dejando atrás a su madre y es seguido por los matones. Se dirige a la sede de las Naciones Unidas. Allí intenta localizar a Townsend, y una de las secretarias arregla un encuentro entre ambos, en una sala muy concurrida del edificio.

Cuando llega Lester Townsend, Roger se percata con sorpresa de que no es el mismo hombre que le secuestró. Roger debe constatar que el organizador de su rapto usurpó la identidad de Townsend. Cuando Roger le muestra al diplomático la fotografía donde puede verse a su secuestrador, el auténtico Townsend recibe un puñal en la espalda, que le ha sido lanzado por uno de los esbirros que habían seguido a Roger hasta allí. Townsend se desploma sin vida junto a Roger, y los presentes interpretan que ha sido él su asesino. Llegan incluso a tomar una fotografía de Roger en el lugar de los hechos que poco después aparece en la primera página de todos los periódicos.

Ahora Roger se ve obligado a huir. Si dice la verdad nadie le creería. Considerado un peligroso asesino y fugitivo de la justicia, Roger se dirige a la estación de trenes con la intención de escapar de la ciudad.

La policía está bajo alerta máxima con motivo de su fuga. Roger se introduce en uno de los trenes, con destino a Chicago, y conoce allí a una atractiva joven que misteriosamente se ofrece a ayudarle.

La chica se llama Eve y parece sentirse muy atraída por él. Durante las presentaciones él trata de ocultarle su verdadera identidad, pero ella ya está previamente al corriente de quién es Roger realmente y de que se trata de un “peligroso fugitivo”. Aún así, o precisamente por eso, Eve se dispone a evitar que Roger caiga en manos de la policía y le oculta en su compartimento. Roger le revela a la joven que una vez en Chicago le seguirá la pista al escurridizo y enigmático Kaplan por el cual sus enemigos le confunden, y ella colabora arreglando entre ambos una cita…

Comentario

Magnífico trabajo de Alfred Hitchcock con una historia de espionaje como transfondo. Sin quererlo, el protagonista se ve envuelto en una espiral de sucesos resultado de las luchas que tras las bambalinas mantienen dos facciones opuestas de agentes secretos.

“Con la muerte en los talones” contiene dos escenas míticas de la historia del cine: Roger (Cary Grant) es perseguido por una avioneta fumigadora en unos áridos parajes (donde espera a Kaplan), la avioneta trata de embestirlo y desde ella sus enemigos disparan ráfagas para matarlo. La otra famosísima secuencia es la de la persecución que tiene lugar más adelante por el Monte Rushmore, donde se encuentran esculpidas en tamaño gigantesco las efigies de los primeros presidentes de EEUU.

En esta ocasión Hitchcock no contó con James Stewart como protagonista, pues le responsabilizaba del poco éxito comercial que el año anterior había tenido con “Vértigo”. El elegido para caracterizar a Roger Thornhill fue otro gran actor de aquellos años, Cary Grant.

Hitchcock maneja como pocos la creación de momentos de tensión máxima. La trama está sólidamente construída aunque en muchos aspectos no resulte demasiado verosímil. Ante todo, “Con la muerte en los talones” es una película de aventuras sumamente entretenida, ambientada en el contexto de la guerra fría, con dos facciones de espías que tratan de hacerse con un importante microfilm. Peripecias varias, emocionantes persecuciones, intriga creciente, romance y un simpático toque humorístico son los ingredientes de este film – cuya estructura y estilo recuerda al que Hergé solía emplear para sus cómics sobre el reportero Tintín (Especialmente “El asunto Tornasol” viene aquí a mi memoria).

La seductora Eva Marie Saint interpreta a la sibilina espía que, por cuenta del malvado Vandamm trata de encaminar al desafortunado ejecutivo publicitario hacia su perdición. Al principio Eve (que es una agente doble) sólo finge enamorarse de él para poder manipularlo, pero gradualmente empezará a sentir por Roger un afecto auténtico.

La actriz que interpreta a la madre de Roger, Jessie Royce Landis, era sólo 8 años mayor que Cary Grant.

James Mason, quien da vida al agente Vandamm (el falso Townsend del principio) participaría pocos años después en la aclamada “Lolita” (1962) de Stanley Kubrick, caracterizando al maduro profesor Humbert Humbert, que cae en las redes de la cautivadora adolescente.

Tanto en “Vértigo” como en “Con la muerte en los talones” el protagonista es víctima de una manipulación orquestada por elementos siniestros e invisibles, que para alcanzar sus designios lo utilizan cual marioneta o pieza de ajedrez en un juego que escapa a su comprensión.

La película no sólo cuenta con momentos de gran carga emocional o con una atmósfera sumamente tensa, sino también con secuencias impregnadas de humor; como la del ascensor con la madre, la de la subasta, o en general todos los malentendidos que llevan a la confusión entre Roger y el (ficticio) agente Kaplan.

Al igual que en “Vértigo”, los títulos de crédito de “North by Northwest” fueron diseñados por Saul Bass; y la banda sonora también fue compuesta por Bernard Herrmann.

Alfred Hitchcock realiza uno de sus célebres cameos: Aparece muy al inicio de la película como un hombre que pierde el autobús.

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