
Ángeles con caras sucias (V.O. Angels with dirty faces)
EEUU, 1938
Director: Michael Curtiz
Guionistas: John Wexley, Warren Duff
Género: Gángsters, Drama
Compositor de la banda sonora: Max Steiner
Montaje: Owen Marks
Producción: Samuel Bischoff
Intérpretes:
James Cagney (Rocky Sullivan)
Pat O’Brien (Jerry Connolly)
Humphrey Bogart (James Frazier)
Ann Sheridan (Laury Martin)
George Bancroft (Director de prisión)
The Dead End Kids: Billy Halop (Soapy), Bobby Jordan (Swing), Leo Gorcey (Bim), Gabriel Dell (Patsy), Huntz Hall (Crab), Bernard Punsly (Hunky)
Argumento
En 1920, Rocky Sullivan y Jerry Connolly son dos chicos de origen irlandés en Nueva York. Criados en un barrio peligroso donde la criminalidad campa a sus anchas, tratan de cometer un robo pero son sorprendidos por la policía. Jerry logra escapar, pero Rocky es arrestado y termina en el reformatorio. Nunca delata a su amigo.
En la época de la Ley Seca, Rocky se convierte en un célebre gángster que entra y sale muchas veces de prisión, y cuyas andanzas aparecen habitualmente en los periódicos. Jerry, por el contrario, se ha ordenado sacerdote y es el párroco del barrio. Intenta evitar que los muchachos de la zona caigan en la delincuencia, y se ha propuesto para ello crear un centro deportivo en la vecindad.

Unos quince años después de que ambos cometieran el robo, Rocky acude a la iglesia a visitar a Jerry. Pese a las grandes diferencias entre los caminos de vida que han elegido, continúan su vieja amistad. Jerry confía en que Rocky aún está a tiempo de dejar el crimen.
Pero Rocky sigue teniendo cuentas pendientes en el mundo del hampa. Concretamente con su abogado, Jim Frazier. Éste nunca le pagó su parte de un suculento negocio, y Rocky se siente estafado. Frazier es un hombre muy poderoso, que cuenta con conexiones políticas y socios importantes. Al notar que Rocky no deja de insistir e incordiar, decide contratar a unos matones para quitarlo de en medio. Pero pronto se dará cuenta de que Rocky es duro de pelar…
Mientras tanto, Rocky, que vive en una humilde pensión del mismo barrio donde creció. Comienza a salir con una chica a la que conocía de la infancia, y traba amistad con los muchachos del barrio, Soapy y su pandilla. Éstos, igual que él y Jerry en su día, son maleantes recalcitrantes. Los adolescentes empezarán a idolatrar a Rocky, viendo en él la figura de un mentor. Pero eso es precisamente lo que Jerry trata de evitar; que se dejen llevar por el estilo de vida y las malas influencias de los gángsters…
Comentario
Este gran clásico del cine de gángsters es probablemente una de las películas pioneras que tematiza la delincuencia juvenil. Y lo hace incluso desde el punto de vista de dos generaciones. El eje central de la historia es la necesidad por parte de los jóvenes de una figura paterna que los guíe y oriente; de un mentor.

Y los muchachos callejeros descarriados, éstos “ángeles de caras sucias” a los que hace alusión el título, tienen ante sí a dos mentores diametralmente opuestos. Por un lado el cura Jerry, que intenta insertarlos en la sociedad y hacer de ellos decentes ciudadanos, y por el otro el bandido Rocky, que siempre les recompensa generosamente a cambio de encargos y favores (pero al otro lado de la ley). Los muchachos, atraídos por el peligro, la aventura y los dólares rápidos, pronto comienzan a idolatrar al segundo, para gran desconcierto del sacerdote. Aún así, y pese a sus muchas divergencias, ambos mentores rivales siguen considerándose entre ellos entrañables amigos, ya que tienen los mismos orígenes.

No sólo los jóvenes de la calle se sienten atraídos por el carisma de Rocky, sino también Laury, una chica de la vecindad a la que el bravucón Rocky ya hacía rabiar cuando era pequeña (por eso precisamente ella se acordaba de él).
El dilema moral que plantea la película es mayúsculo. Pues Jerry sabe que, pese a seguir en el hampa, Rocky es el fondo un hombre de honor y de buen corazón, que ya le demostró en el pasado su lealtad (mantuvo la boca cerrada cuando lo pillaron en aquel robo en el que ambos habían participado) y también su generosidad (realizará un gran donativo para la iglesia y el proyecto deportivo del párroco).
Sin embargo Rocky está atrapado en el mundo del crimen, y paradójicamente, por su propio abogado – que más que un hombre de la ley, es un criminal mucho peor que él; pero que se mueve en las altas esferas más que en el mundo de la calle. Rocky sigue viviendo en su barrio en una humilde pensión, mientras que Frazier regenta una especie de casino y tiene conexiones con medios de comunicación y políticos (Y lo que también tiene – detalle importante – es… ¡una agenda con nombres de personajes chantajeables!). Con la figura del abogado chanchullero, el film nos muestra una corrupción ya instalada en el mundo de la legalidad, que absorbía a su órbita a delincuentes “oficiales”, callejeros, como aquí el personaje de Rocky.

Jerry quiere evitar a toda costa que los muchachos del barrio sigan por la senda de su viejo amigo. Tratando de no revelar demasados detalles, sólo diré que el religioso declarará una guerra abierta y sin cuartel a la corrupción, lo que implica hundir a su amigo “por su propio bien”. Además, Jerry empleará al final cierta manipulación “piadosa”, rogándole a Rocky que en un sentido simbólico se traicione a sí mismo – De ese modo, el gángster puede purgar sus pecados y se “sacrifica”, redimiéndose para “salvar las almas” de los “ángeles de caras sucias”. Las analogías metafísicas y religiosas son, como veremos, bastante profundas.
Es patente la influencia que esta interesantísima película supuso en producciones posteriores de similar temática, como por ejemplo “Una historia del Bronx” (Robert De Niro, 1993), donde un chico joven se debate entre la figura de su padre, trabajador honrado y humilde; y de la del jefe mafioso del barrio, que es para él una especie de mentor.
Dos grandes actores de la época, especializados en el cine negro, intervienen en esta joya del género gangsteril: Rocky Sullivan está interpretado de forma magistral por James Cagney, a quien vimos en “Al rojo vivo” (Raoul Walsh, 1949). Y al abogado Frazier lo encarna Humphrey Bogart (protagonista de “El tesoro de Sierra Madre” y “Horas desesperadas”). Bogart volvería a colaborar con el director Michael Curtiz en la más famosa “Casablanca” (1942).
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