
Django
Italia, 1966
Director: Sergio Corbucci
Guión: Sergio Corbucci, Bruno Corbucci, Fernando Di Leo
Intérpretes: Franco Nero (Django), José Bódalo (General Hugo Rodríguez), Loredana Nusciak (Maria), Eduardo Fajardo (Jackson)
Música: Luis Enríquez Bacalov
Argumento
Un hombre camina por el desierto arrastrando con una cuerda un ataúd. Se trata de Django, un veterano del ejército nordista convertido en forajido solitario. Junto a un viejo puente de madera ve como unos mexicanos han atado a una mujer y se disponen a azotarla. Antes de que pueda intervenir llegan unos individuos con pañoletas rojas que liquidan a los mexicanos. Pero no se disponen a liberar a la cautiva; más bien al contrario, ahora pretenden torturarla ellos. Django se enfrenta a los cinco y con la velocidad del rayo desenfunda su revólver y los mata.
La mujer se llama María, y como veremos más adelante es medio gringa y medio mexicana. Por eso tanto un bando como el otro intentan reclamarla para sí. Django y María llegan a un pueblo fantasma de fangosas calles, que ha sufrido las consecuencias del constante enfrentamiento entre los bandidos mexicanos y los tipos de las capuchas y pañoletas rojas – éstos últimos rebeldes sudistas a las órdenes del mayor Jackson. Aunque la guerra civil ha terminado, con la victoria de los unionistas del norte, el grupo de Jackson continúa luchando. Los bandidos mexicanos, a su vez, son rebeldes contra el gobierno de su país…
En el pueblo semiabandonado, Django y María llegan a la posada-saloon de Nathaniel, donde se encuentran, bastante aburridas por la falta de clientes, las coristas-prostitutas que atienden ya sea a los rebeldes de Jackson como a los forajidos mexicanos. Django continúa arrastrando su ataúd, para asombro de Nathaniel y las chicas. A través del posadero, nos enteramos de los motivos por los cuales el poblado está practicamente deshabitado, pues es escenario de tiroteos cotidianos entre los rojos de Jackson y los mexicanos del renegado general Hugo Rodríguez. Pero todo ésto es algo que Django ya sabe de antemano. Él ya conoce a ambos líderes contendientes. Y tiene un asunto personal que zanjar con uno de ellos…
El mayor Jackson y sus encapuchados rojos se dedican a disparar sobre prisioneros mexicanos como forma de diversión y para practicar su puntería. Cuando Jackson se entera de que un misterioso forastero con un ataúd y una mujer acaba de llegar al pueblo, se dirige al saloon de Nathaniel a su encuentro. Jackson intuye que se trata del mismo que mató a cinco de sus hombres junto al viejo puente de madera.
El grupo de rebeldes sudistas cobra dinero de “protección” al negocio de Nathaniel. Esta vez, además de recolectar el dinero como de costumbre, Jackson también tiene un gran interés en ver al huésped recién llegado. Así, a la confrontación ya existente entre los encapuchados rojos y los subversivos mexicanos se añade un nuevo elemento: Django, el solitario pistolero del ataúd…
Comentario
Entre el cine del oeste y las películas japonesas de samurais existen muchas analogías. En el caso de los westerns a la italiana (o “spaghetti-westerns”) ésto se percibe de forma más que obvia. No sólo en el estilo, en las premisas argumentales y en las características del protagonista y los demás personajes, sino a veces también en la propia trama. Es de dominio público que Sergio Leone se inspiró en la historia del “Yojimbo” (1961) de Kurosawa para su primera película del oeste: “Por un puñado de dólares” (1964), el film que lanzaría al estrellato al entonces aún desconocido Clint Eastwood. Ante el apócrifo remake italiano en clave western, el cineasta nipón llegaría a protestar por lo que consideraba un plagio – Cuando lo cierto es que también Kurosawa había “tomado prestadas” para Yojimbo ciertas ideas de una película francesa…
La historia de un pistolero errante (o un ronin, en el caso del chanbara) que llega a un remoto pueblo escenario de un enfrentamiento entre bandas es ya todo un clásico; un punto de partida recurrente tanto en las jidaigeki japonesas como en las producciones westerns italo-almerienses. Así también sucede en el “Django” de Sergio Corbucci que hoy reseñamos; una de las películas más célebres y emblemáticas de todo el género junto a la Trilogía del Dólar “leonesa”.
El pistolero solitario que da nombre al film es un individuo misterioso, que parece tener en mente algo muy concreto, pero cuyas intenciones iremos conociendo paulatinamente conforme avance el metraje. Al pueblo asediado por los “rojos” de Jackson y los bandidos mexicanos no llega simplemente por azar. Y dentro de su ataúd no transporta precisamente un cadáver, pero sí algo muy relacionado con la muerte…
Django se coloca en el centro de la confrontación. Y allí, simbólicamente, también se encuentra la figura femenina María (aunque no por voluntad propia); quien, recordemos, es medio yankee y medio mexicana.
Los pocos negocios que quedan en el poblado fantasma deben pagar tributos de “protección” al mayor Jackson (como si se tratara de la Mafia). Éste y sus encapuchados secuaces están en perpetuo conflicto con los mexicanos del general Hugo. Django tratará de sacar provecho de la situación, pero el ir “de listo” termina acarreándole desagradables consecuencias – como al “hombre sin nombre” de “Por un puñado de dólares”.
Tanto los rojos de Jackson como la banda de Hugo son “rebeldes” que luchan contra los gobiernos de sus respectivos países: EEUU y México. Así, cuando el grupo de Jackson es seriamente mermado gracias al “arma de destrucción masiva” de Django, el jefe sudista se aliará con los soldados mexicanos – enemigos jurados, a su vez, del desertor general Hugo. Django se unirá a éste último para ejecutar un golpe (el pistolero le salvo la vida a Hugo en el pasado), pero cuando hay mucho oro en juego, hasta las amistades más fraternales corren el riesgo de tornarse quebradizas… Y más en un lugar tan inhóspito como el viejo y salvaje oeste. Queda patente, como en otras tantas ocasiones, que el pragmatismo táctico y las alianzas efímeras son componentes básicos de todo conflicto armado.
Así como el personaje encarnado por Trintignant en “Il grande Silenzio” (que Corbucci rodaría algo después) tiene un arma poco común para el contexto espacio-temporal (una pistola semiatomática alemana Mauser), nuestro Django también cuenta un muy especial “little friend” (como diría Tony Montana): Se trata nada menos que de una ametralladora.
Del mismo modo que “Por un puñado de dólares” daría a conocer a Clint Eastwood, “Django” catapultó a la fama a Franco Nero, un joven actor que sólo contaba con 24 años en aquel momento – aunque para el papel se le “envejeció” como una década por obra y gracia del maquillaje. María está encarnada por Loredana Nusciak, actriz que también destacó en el género italo-western (con títulos como “10.000 dóalres por una masacre” de Romolo Guerrieri).
Esta vez la soberbia banda sonora no está compuesta por el maestro Morricone (como en los westerns de Leone o en el siguiente de Corbucci), sino por otro grande de la música fílmica: El argentino Luis Enríquez Bacalov, quien unos años después crearía la inolvidable partitura de “Milano Calibro 9” (1972), magistral polizziesco de Fernando Di Leo – convirtiéndose en el compositor de cabecera de este realizador. Por cierto: Aunque no aparezca acreditado, el genial Di Leo fue uno de los guionistas tanto en las películas de Leone como en esta “Django”.
Ruggero Deodato, quien más adelante alcanzaría la fama con “Holocausto Caníbal”, fue asistente de dirección para Corbucci en “Django”.
Aunque tras el éxito de esta película se rodaron decenas de westerns que incluían la palabra “Django” en el título sólo existe una secuela oficial: “Django 2: El retorno” (Nello Rosatti, 1987), también protagonizada por Franco Nero.
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