Todos los colores de la oscuridad – Sergio Martino, 1972

Todos los colores de la oscuridad (V.O. Tutti i colori del buio)

Italia/España, 1972

Director: Sergio Martino

Guión: Santiago Moncada, Ernesto Gastaldi, Sauro Scavolini, Lewis E. Ciannelli (versión en inglés)

Intérpretes: George Hilton (Richard), Edwige Fenech (Jane), Ivan Rassimov (Mark), George Rigaud (Dr. Burton), Nieves Navarro (Barbara), Marina Malfatti (Mary), Luciano Pigozzi (Clay), Dominique Boschero (Madre de Jane)

Música: Bruno Nicolai

Giallo/Terror

Argumento

La joven Jane sufre espantosas pesadillas y visiones. Vive con su prometido Richard, un representante de una compañía farmacéutica que la atiborra a medicamentos (o vitaminas).

Jane vive traumatizada desde que en su infancia presenció el asesinato de su madre (a la que apuñalaron). Por si ello no fuera suficiente, sufre un accidente automovilístico que le hace perder el hijo que estaba esperando. En sus pesadillas ve a un extraño hombre con unos ojos de color azul refulgente.

Seguiendo los consejos de su hermana Barbara, la confusa Jane acude a un psiquiatra, el Dr. Burton (para quien la propia Barbara trabaja). Richard se opone a ello.

Jane empieza a ver al individuo de los ojos azules también cuando está despierta. Se siente perseguida y angustiada.

Poco después, Jane conoce a la enigmática Mary, una vecina con la que entabla una cierta amistad y a la que cuenta sus pesares. Esa Mary, con el pretexto de ayudarla, la invita a participar en un «sabbat», una misa negra, captando así para su secta a la frágil e incauta Jane…

También un abogado tiene interés en establecer contacto con Jane. En el satánico ritual, Jane debe superar lascivas y siniestras pruebas iniciáticas. Y aunque al principio la joven parece haber dejado atrás sus traumas, los problemas reaparecerán multiplicados…

Comentario

Ambientado en un gris y nublado Londres otoñal, que por su atmósfera se presta de forma idónea para esta clase de películas, la co-producción italo-española «Todos los colores de la oscuridad» supone un cruce entre el giallo y el terror de corte satánico que tan de moda se pondría tras el éxito de «La semilla del Diablo» (Roman Polanski, 1968). Hay bastantes semejanzas estilísticas y argumentales entre el film de Polanski y la propuesta que hoy reseñamos. La ambientación, y la sensación que transmite el filmn al espectador, es muy similar en ambas producciones. Tal vez Kubrick se inspiró, décadas después, en la escena del “sabbat” para recrear los rituales en su “Eyes wide shut” (1999).

El símbolo de la secta, un ojo en el interior de un triángulo, es un símbolo “cabalístico” (según el doctor Burton) que a Jane le tatúan en un brazo. Mary necesitaba “liberarse” y para ello debía reclutar a una nueva adepta. La atmósfera es sumamente siniestra, inquietante, e infunde un temor atávico. El control mental por parte de la secta hacia sus “feligreses” es completo. Se busca la anulación de su personalidad.

Jane sufre constantes pesadillas relacionadas con el brutal asesinato de su madre cuando era pequeña. En esos episodios oníricos, la joven ve siempre a un siniestro y amenazador individuo, que (como no podía ser de otra manera) también es un integrante de la macabra secta. No hace falta ser un lince para deducir que aquel crimen que tanto la traumatizó algo tendrá que ver con la turbia “hermandad” satánica en cuyas garras cae la protagonista, engatusada por la vecina Mary.

La película también tiene trazos de terror psicológico (además del terror paranormal), pues la protagonista se ve atormentada por ciertas realidades paralelas, por horripilantes visiones, y también tendrá lugar un déja-vu. Jane se siente próxima a la enajenación y a la fragmentación de su personalidad por trauma, un fenómeno muy explotado por las sectas. Se puede entrever aquí que la satánica secta en cuestión es “mucho más poderosa” de lo que podría pensarse, y que tiene bien estructuradas ramificaciones en centros de poder. Aún así, el líder de la secta como jefe de policía parece ser sólo parte de las divagaciones alucinatorias de Jane, lo que resulta un poco decepcionante a los que éramos proclives a imaginar esa posibilidad; similar a la que se sugiere en “La corta noche de las muñecas de cristal” o “Eyes wide shut”. (La posibilidad de connivencias y conexiones entre el satanismo y el poder político-económico). Pactos y maldiciones multigeneracionales también son aquí un componente fundamental de la trama.

Jane está interpretada por una habitual de Sergio Martino: La curvilínea y sensual Edwige Fenech. Magistral banda sonora del compositor Bruno Nicolai. El psiquiatra está encarnado por un habitual actor del género, el argentino George Rigaud, y para tranquilizar a su paciente dice una interesante frase: “Los verdaderos locos son los que piensan que no lo están”.

El director Sergio Martino realiza un cameo como periodista/policía.

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